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viernes, 13 de enero de 2012

Licencias Creative Commons

            Hemos tratado en clase un tema de sobra candente, sobre el que reposan multitud de opiniones diversas y asimismo contradictorias.

¿Dónde se halla la frontera de la difusión de la información y el conocimiento?

            Mucho que decir tienen los autores de los esbozos que de ella forman parte, los cuales demandan retributivamente su implicación creativa y creadora; pero por otro lado, los usuarios también reclamamos el derecho a disfrutar del saber colectivo el participar de esos conocimientos.

            Ya lo decíamos en clase: hemos pasado de una cultura pasiva e individual a la ágil actuación, a la aportación propia que forma parte de un conglomerado donde de manera altruista la comunidad humanidad provee a la sociedad a través de internet de su saber propio; del grano de arena que ayuda a conformar un saber global accesible a todos.

            Pocos ya admiten que no les resulte necesario o parte de la vida diaria la búsqueda de opiniones sobre cualquier tema: compra de aparatos tecnológicos, coches; cuestiones/investigar/pedir opiniones sobre cultura general o específicas, viajes, comparativas… El hombre no está hecho para estar solo, y hoy más que nunca, la interconexión es tan grande que herramientas como Twitter permiten incluso encontrarse más cerca que nunca de importantes personajes de las más variadas categorías.





            Por ello, produce una situación de demagogia y alto revuelo la cuestión de un claro freno para la mencionada difusión: los derechos de autor. Hablamos en clase sobre la cuestión de las ideas originales à ¿Dónde se halla el límite de demanda de reconocimiento capital de un autor cuya obra proviene de los trabajos de otros? ¿Puede la propiedad intelectual considerarse el conocimiento en sentido estricto como una propiedad? En este sentido podríamos tratar hasta la saciedad distintos puntos de vista y sobre los derechos de cada uno de los afectados; y teniendo siempre en cuenta que todo esfuerzo y valía requiere y merece reconocimiento.

            Sin embargo, es evidente que los tiempos cambian, tanto los seres humanos, como la tecnología, los sistemas de mercado… que deben definirse en función de las necesidades del primero. Es de sobra es conocido que nos situamos en una cultura de remezclas (mash-up), donde los límites que frenan la compartición deben volver a definirse.

            Es el caso del nacimiento de las licencias Creative Commons, las cuales tienen en cuenta los parámetros de la autoría, manipulación y transmisión de las nuevas obras en combinación de unas con otras, dependiendo de la voluntad del autor. Esta cultura de colaboración sí permite vislumbrar una vía de acción ética con el productor y el usuario. Es más, es necesario recalcar que este tipo de políticas favorece la mayor expansión posible de los trabajos; fin último de todo sujeto creador.





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